La comunicación armoniosa es fundamental para una convivencia e intercambio pacíficos. Así como cuidamos nuestro cuerpo, nuestra casa y nuestro planeta-hogar, podemos ser cuidadosos con nuestras relaciones eligiendo un lenguaje que exprese coherencia entre lo que pensamos, sentimos y actuamos.
Al decir “lenguaje” aludimos no sólo a la utilización de la palabra en forma verbal sino también a lo no verbal (visual, gestual, mensajes escritos, símbolos y señales).
Las palabras y símbolos, por su poder creador, tienen una enorme importancia en el desarrollo de una Cultura de Paz. Pueden degradar o enaltecer, desanimar o alentar. Cada comunicación que hacemos nos ofrece la oportunidad de elegir generar paz y comunión en nuestra vida y la vida de las otras personas.
“Léxico de Cultura de Paz” (Programa diseñado y promovido por el Consejo de Paz de la República Argentina) es una invitación a tomar conciencia del uso paradójico e incluso contradictorio que a veces hacemos de palabras y gestos vinculados a la violencia y la separatividad cuando deseamos hablar de paz y unidad. Contradicciones tales como “luchar por la paz” ¿a cuál obedece nuestro inconciente? ¿se prepara para ejercer violencia en una lucha o resuena con la paz?
Esa contradicción quita fuerza a la acción, nos hace generar más de lo mismo que no queremos: disputa, intimidación, separación, en lugar de colaboración y cooperación. Nuestra mente inconsciente prepara el cuerpo para la lucha, pone los músculos tensos y genera adrenalina, mientras nuestro corazón clama por paz
Si en lugar de “luchar por” hablamos de “trabajar para” o “servir a”, el corazón y la mente pueden accionar juntos y la potencia que se genera es mucho mayor.
Cada palabra que emitimos hace entrar en resonancia distintas partes nuestras y distintas imágenes interiores. Por ejemplo, tratemos de reconocer internamente la diferencia entre “se gatilla / dispara una emoción” a “surgió una emoción”.. La primera alude a algo explosivo, con poder para matar, y la segunda a algo que brota y se manifiesta en nosotros. ¿Qué sucede en cuerpo, emociones y mente en un caso y el otro?
¿Qué sutiles tensiones expresa el cuerpo y qué imagen emerge en la mente cuando escuchamos “apunto mis misiles a lograr tal objetivo” en lugar de “tengo la intención o enfoco mis energías en pro de tal objetivo”? ¿Cuándo sentimos el alma más plena?
La observación del uso que hacemos de estas expresiones duales y contradictorias nos ayudará a desarrollar una Atención más plena, un Testigo más sabio y amoroso y un mayor autoconocimiento. La finalidad última del Programa “Léxico de Cultura de Paz” es “transformar nuestra conciencia y lograr una forma de comunicación que se integre a la visión de un nuevo paradigma basado en la percepción de la unidad subyacente a todo y todas las cosas.”
A medida que practicamos la atenta observación de nuestras comunicaciones cada vez nos volvemos más concientes de estar inmersos en una cultura bélica. Desde el viejo aforismo “si quieres la paz, prepara la guerra” y el nombre de las calles que honran a los líderes militares y las batallas ganadas, hasta la educación en los colegios (que se refleja en la violencia que hoy vemos tanto entre alumnos y maestros como entre los mismos compañeros). O desde las consignas y jerarquías del sistema de salud ("Caba Enfermera", "Jefe de Sala", "lucha contra la enfermedad”, “campañas de salud", "defendernos contra”...) hasta el área de la alimentación (sopa de municiones, cañones de dulce de leche, vigilantes, bombas de papa) y el deporte (reclutar deportistas, ir al choque, dar batalla, tiro de esquina, ataque, defensa).
Asimismo, los numerosos modismos y expresiones que - por la habitualidad con la que los usamos- no tomamos conciencia de su verdadero sentido:
Y con esta mayor conciencia del paradigma de separatividad y guerra en que vivimos, brota en nosotros el ansia de una cultura distinta, una Cultura de Paz que sea apoyada y energizada también desde las palabras. Si existe un verbo para “despedir” algo o a alguien ¿por qué no adoptar el verbo “bienvenir” para dar la bienvenida a tantas cosas hermosas que nos da la Naturaleza y a nuestros hermanos en la Luz? Del mismo modo, se habla de “malcriar” ¿y todos los que ponemos nuestro esfuerzo y amor en “biencriar” a nuestros hijos y nietos?
Existe el verbo “guerrear”. Podemos incorporar a nuestro vocabulario el verbo “pazear” y en el Consejo de Paz de la República Argentina hemos acuñado los términos “pazeadores” y “pazactivos” para referirnos a los amantes de la paz y los que trabajamos por ella.
El Maestro Thich Nhat Hanh, monje vietnamita del Budismo Zen, nominado por Martin Luther King en 1967 para el Premio Nobel de la Paz, ha creado los vocablos “íntervivir” (que expresa nuestra interdependencia con toda la naturaleza) e “interser (porque, en realidad, "ser" es "interser")
Las experiencias de Masaru Emoto, entre otras, y la física cuántica nos muestran que somos co-creadores de la “realidad” que percibimos. Obramos en congruencia cuando cuidamos nuestra comunicación. Podemos ampliar y renovar el lenguaje habitual aprendiendo a expresarnos de forma armoniosa, y permitiendo que la intuición nos guíe a co-crear voces que inspiren paz desde el espíritu mismo de cada palabra. Así facilitaremos el cambio de conciencia individual y colectiva que llevará al fortalecimiento del nuevo paradigma.
Lic. Ana Inés de Avruj
Para más información acerca del Programa “Léxico de Cultura de Paz” se puede visitar la web del Consejo de Paz de la República Argentina. www.consejodepaz.org.ar y clickear en iniciativas/proyectos.